¿Recuerdas cuando tenías un plan 401(k)? ¿Hace como tres meses? ¿A que era divertido? En aquel entonces, podías soñar despierto con jubilarte en la playa saboreando piñas coladas, sin preocuparte por el mañana y disfrutando de atardeceres dorados. Ahora, esos atardeceres dorados vienen acompañados de una sensación de malestar en el estómago al revisar el saldo de tu cuenta de jubilación. Una ironía poética, ¿verdad?
La cuestión es la siguiente: sé tanto de bolsa como de astrofísica, o sea, casi nada. Pero una verdad universal parece prevalecer: todo el mundo nos dice que invirtamos en ella y, una vez dentro, que "aguantemos". Es una estrategia basada en la fe ciega y un estómago de hierro, pero ¿qué hay de momentos como el de las últimas dos semanas? Estoy bastante seguro de que la frase "pase lo que pase" se refería a días de café frío y mal pelo, no a desplomes bursátiles que hacen que el Zambezi Zinger parezca inofensivo.
Si has estado viviendo bajo una roca, déjame felicitarte: ¡has evitado la carnicería por completo! Para el resto de nosotros, el caos actual provocado por los aranceles ha convertido las carteras de inversión en pueblos fantasma. Las empresas están en pánico, los precios están a punto de subir de forma generalizada y los accionistas se están yendo más rápido que ratas de un barco que se hunde, o quizás moscas contra un matamoscas, si esa imagen te resulta más familiar.
Agreguemos algunos datos nauseabundos para colmo de males. El Dow Jones cayó la friolera de 2200 puntos en un solo día, una caída tan drástica que parecería sacada de una telenovela. Esta agitación no se ha quedado en lo local; se ha extendido globalmente. El mercado de Hong Kong, por ejemplo, sufrió una caída de 13% en tan solo un día de negociación. Las acciones tecnológicas se han visto afectadas, ya que los componentes utilizados para fabricar teléfonos inteligentes y computadoras, en su mayoría importados, están en la mira de la reducción de aranceles. ¡Y vaya drama humano que genera este caos económico!
¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos? ¿Lloramos frente a nuestras hojas de cálculo o aprendemos a aceptar el caos? Quizás sea hora de replantearnos nuestra estrategia de jubilación, quizá invirtiendo en algo menos volátil, como billetes de lotería o gallinas de traspatio. Y para quienes se mantienen firmes en la bolsa, recordemos algo importante: esta no es la primera vez que los mercados se desploman estrepitosamente. Y, con suficiente resiliencia (y quizás una botella extra de Tums o Jack Daniels), podría no ser la última.
Además, hay un lado positivo en todo este lío. Al menos revisar el saldo de tu cuenta se ha convertido en una excelente forma de hacer ejercicio: ver esas pérdidas añade la adrenalina justa para acelerar el corazón. ¿Quién necesita ya las membresías del gimnasio cuando puedes sudar por Wall Street?
Ánimo, amigos. Sus sueños de jubilación podrían necesitar un pequeño cambio —de la felicidad frente al mar a una acogedora hamaca en el jardín—, pero lo superaremos. Probablemente. Hasta entonces, mantengan intacto su sentido del humor, porque si la bolsa no se recupera pronto, la risa podría ser lo único gratis que nos quede.
(Sigue a Chris Kamler en Twitter, ahora conocido como X, donde lo encontrarás como @chriskamler)