EDITOR:
Me hizo gracia el comentario de la ex alcaldesa de Parkville, Kathy Dusenbery, en el periódico de la semana pasada sobre el ruido de las bocinas de los trenes. Este mes se cumplieron 20 años que el entonces concejal Dusenbery estaba promoviendo activamente la votación sobre el impuesto de 2004 para permitir a la ciudad pedir prestado $2,750,000 para numerosas mejoras de la ciudad, una de las cuales fue $165,000 para bocinas automáticas de trenes. Otro $1.000.000 se asignó a la rehabilitación del ayuntamiento.
El asunto de la bocina del tren pareció entonces desaparecer. Sin embargo, pocos meses después de que se aprobara el aumento del impuesto, la ciudad tomó un camino diferente bajo el liderazgo del entonces recién elegido alcalde Dusenbery al desechar parte de lo que había vendido al público. En abril de 2006, la ciudad había pedido prestado $3.655.000 adicionales para construir un nuevo ayuntamiento, todo sin involucrar al público y sin aprobación para emitir más deuda. En total, la ciudad gastó $4 millones en el nuevo ayuntamiento.
Su artículo afirma que las bocinas en los caminos para ambas intersecciones del centro costarían $540,000 en dólares de hoy. Qué lindo hubiera sido si la Sra. Dusenbery hubiera hecho su trabajo y se hubiera apegado al plan original en lugar de construir un nuevo ayuntamiento. Ella no lo hizo, y ahora quiere responsabilizar a otra persona por la ausencia de bocinas de tren en las vías.
Quizás sería prudente que la Sra. Dusenbery se mantuviera al margen de este asunto.
--Gordon Cook Parkville